Cuando un maestro se jubila, acontece en nosotros el extraño enfrentamiento entre la jovial delectación y la amarga aflicción. La lucha, siempre equilibrada en demasía. Tanto que finalmente prevalece una dulce melancolía, hermana ilustre de la complacida condescendencia. Cuando un maestro se jubila, nos queda el consuelo de contar con sus sabios consejos, y la esperanza de poder disfrutar de ellos durante mucho tiempo; porque sus lecciones, en definitiva, permanecerán a disposición eterna...
sábado, 31 de enero de 2015
Un maestro se jubila
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