domingo, 13 de noviembre de 2022

Annual 1921: El 1 de junio

  El Rif se componía de setenta y una cabilas, que engendraron a los mejores guerreros de África (fama o estatus compartido con los eritreos), insumisos, por ancestral tradición, ante cualquier forma de potestad o intromisión extranjera. Su medio millón de habitantes, aproximadamente, vivía en condiciones de subsistencia, con turnos de riegos para proporcionar una alimentación básica de leguminosas y hortalizas ínfimamente desarrolladas por la escasez de agua, completada por la caza de circunstancias y la pesca marina de orilla; y sólo cuidaban y destinaban la mayor parte de los recursos a los manjares de lujo: olivos, higueras y almendros. Pese a no ser fanáticos religiosos, su consigna bélica era sin prisioneros, sin cuartel. Feroces, mimetizados con el entorno, vengativos, tiradores de élite, sin piedad ni perdón. Lo tecleado, auténticos guerreros… Y en tan agradable teatro de operaciones incursionaron los españoles.

La Luisiana española (X)

 La respuesta sería inesperada y contundente. En pleno invierno de 1781, el 2 de enero, bajo el cortante frío norteamericano, una expedición formada por un centenar de hombres y comandada por el capitán Eugenio Pourré (o Purré; en realidad, Eugène Pouré, de origen francés), a la que se le unió un grupo de medio centenar de indios (milwaukee, en su mayoría), tomó un puñado de canoas y remontó el río Illinois. El objetivo era el fuerte Saint Joseph (actual Niles), en las inmediaciones del lago Michigan, a unos ochocientos kilómetros, centro neurálgico del abastecimiento británico, propio y de sus aliados indígenas.

martes, 1 de noviembre de 2022

El rencor

 Artículo publicado en Lucenadigital.com:

Es el rencor, entiendo yo, la forma más estúpida de autodestrucción, pues germina como un cáncer autoinfligido que se nutre del fluido vital, gangrena el cerebro, envenena el corazón y congela el alma. Ennegrece y corroe, va comiendo por dentro, poco a poco, hasta que no queda nada, y la humanidad desaparece y todo resulta un amasijo putrefacto y pustuloso, hediondo a kilómetros, cual galera a vista de costa...

El rencor