Lucena.
Hacia el mediodía. Calle Juan Valera. La anterior, no la actual, cuando
estábamos obligados a recurrir al tiempo a los tres ojos que integran la
anatomía humana para atravesarla a fin de esquivar con cierta holgura el
conjunto de peatones, cochecitos y vehículos mientras subíamos y bajábamos de
la acera procurando no tropezar con el bordillo durante la ejecución. Ahora no.
O no tanto. Lo de los ojos va a depender del sentido de la marcha, por ejemplo.
Y, en cuanto al derivado del esquí, bueno, tendremos suerte, si no caemos
dentro de uno de los maceteros llenos de colillas, o nos enredamos con las
correas de los perros, cuyos amos, en aras de una cívica concienciación encauzada
a la protección del patrimonio local, a ellos amarran.
sábado, 21 de marzo de 2015
El largo día
¿Por
qué el día es tan largo?, te preguntas cada noche al ir a dormir. Coges la
postura mientras te arrebujas bajo las sábanas, cierras los ojos, respiras
profundamente un par de veces para relajarte y procuras dejar la mente en
blanco, facilitando el trabajo bioquímico del cerebro, procurando que presione
el interruptor cuanto antes y te mande lejos del mundo real.
sábado, 14 de marzo de 2015
Honestidad brutal
En
las últimas semanas, caer, lo que se dice caer, algo ha caído de don Mariano
José de Larra. Me refiero a que he leído alguno de sus artículos. No sólo
porque es una manera de honrar su memoria en el aniversario de su fallecimiento
(ya escribí por aquí hace un año sobre el tema), sino porque cada parado puede
invertir su mes de febrero en lo que le dé la real gana. Máxime cuando se trata
de uno de esos parados sin subvención, ayuda o prestación con la cual agradecer
a Dios o a su Santa Madre, que en los cielos estarán rodeados de ángeles y
demás alegre parafernalia divina, un trozo de pan duro para llevarse a la boca.
Así pues, no estando obligado a rendir cuentas a Estado o Administración que
valga de este miserable país, que llamamos España porque ya no podemos llamarlo
Burundi o Congo, al estar cogidos, inútil hasta para configurar un mercado
laboral capaz de integrar a los ciudadanos a cuya formación contribuye; si a
mí, comentaba, por poner un ejemplo, consecuente con mi derecho a la
improductividad nacional, me pluguiera o pluguiese dedicar algunas horas del
día, durante varios días a la semana, y en semanas sucesivas, a leer artículos
de Larra o de la señora madre que lo parió, fuera o no santa o señora, porque
la pureza de su ascendencia se me da un ardite, por no escribir que me importa
un carajo, en lugar de ciscarme o cagarme en la prosapia difunta o muerta, con
independencia de su mayor o menor grado de frescura, de las decenas de hijos de
la gran puta, protagonistas de las infinitas corruptelas hispanas, voto a
bríos, nadie osaría recriminármelo, junto con mi intención publicadora de un
artículo abordando el particular en un rinconcito al sur de Córdoba. Siempre,
vaya, que Pepe[1],
quien corta, pega y edita, con hábil, eficiente y magnánimo ojo supervisor
—adjunto reverencia a vuecelencia, por si acaso—, conceda su visto bueno.
Faltaría más.
En concierto
Soy
un esteta. Lo reconozco. En su amplio significado. Aunque alejado de la grosera
superficialidad. El arte es un valor esencial de la humanidad, o sea, pero la
belleza de las cosas la encuentro en la armonía y el orden, en el equilibrio simétrico
proporcionado por la coherencia de un método disciplinado. La organización como
base de la perfección. O una aproximación a ella, al menos —la perfección es
una entelequia, por suerte o por desgracia—. Procurar cumplir, centrándome en
el hombre, aquel aforismo latino de mens sana in corpore sano.
El obstruccionista
A finales del pasado mes de septiembre fue
noticia Ted Cruz, senador por Texas, republicano del núcleo duro del Tea Party.
A las dos de la tarde se acercó a la tribuna de oradores calzando zapatillas
deportivas y se dispuso a hablar mientras pudiera mantenerse en pie con el
objetivo de retrasar la aprobación de la reforma sanitaria del Presidente
Barack Obama, conocida como Obamacare. Era, pues, un obstruccionista.
lunes, 2 de marzo de 2015
Tras las elecciones
Artículo publicado hoy en surdecordoba.com:
No hay procedimiento más censurable que los acuerdos o pactos postelectorales de gobierno. Me parece estupendo que el partido en el Gobierno y con mayoría en el Legislativo alcance acuerdos puntuales en asuntos concretos con otros partidos —si precisa mayoría absoluta su aprobación, por ejemplo—; serviría, de paso, para valorar la vocación de servicio del partido con el cual negociar o su reacción automática a oponerse, cuando el asunto se vislumbrase lógico y razonable. Pero lo que me parece inaceptable es que partidos que se lanzan durante toda la campaña —y precampaña— electoral desprecios, hostigamientos, infamias, desconsideraciones y hasta, si les place, calumnias; partidos que se niegan unos a otros más veces que San Pedro a Jesucristo, se alíen, pasado el trámite, con el objetivo de arrebatar el control del Legislativo y Ejecutivo al vencedor con mayoría simple...
domingo, 1 de marzo de 2015
¿Podrán?
Artículo publicado hoy en lucenadigital.com:
He aquí la cuestión. Hace casi tres años escribí para esta casa un artículo intitulado «Batalla perdida». En él me lamentaba de que los movimientos populares surgidos en 2011 se hubieran quedado en el grito de indignación, sin galvanizar en un partido, coalición o agrupación que, concurriendo a unas elecciones, penetrara en el Legislativo, cambiando la legalidad vigente. Y no me quedaba ahí. Profundizaba en la necesidad de obrar con la honestidad de prestar un servicio público, sin influencias ni intereses, de hacer lo que se debía hacer, de hacer lo correcto...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)