miércoles, 14 de junio de 2017

Políticos de antaño

Me dice mi amigo Tito que me estoy aburguesando. Ésta es la palabra exacta que me espeta. «Te estás aburguesando, macho», me suelta, por las buenas. Estoy en su piso, descorriendo las cortinas, para hospedar la luz crepuscular, condonada de la súbita intromisión, por legítima, antes de encender la lámpara, y me quedo a medio camino del final, mirándolo de soslayo, un tanto desconcertado. Espero una explicación, sin ansiedad, confiando en satisfacer una curiosidad que, conociendo a mi

Españoles de siempre

«No éramos tan partidarios, después de todo», comenta mi amigo Tito. No parece dirigirse a mí, sino tratarse de una reflexión personal, lanzada en voz alta. «O somos», remata. Llevo un tiempo en su casa, ambos en silencio. La lámpara encendida, sombreando la cristalera, cuya opacidad va cuajando en proceso natural, hasta que queda interrumpido por el fogonazo del alumbrado público. Hace rato que opté por dejar de castigar mi vista contemplando su desastrosa figura, a cada momento, más preocupante. Ese aire abandonado y triste, desesperado o derrotado, vencido. Pasaban los segundos y

jueves, 1 de junio de 2017

Si fuera socialista

Artículo publicado hoy en Lucenadigital.com:

Si fuera socialista, que no lo soy, ni maldita la falta… Ni socialista, ni popular, ni morado, ni naranja, ni nada. Y no por desinterés hacia la política, la cual, como todo en esta vida, es necesaria, sino por desinterés hacia el elenco de pésimos actores que han estragado un noble servicio público, transformándolo en una pantomima diaria de portadas de prensa y sumarios informativos, empezando por hacer del arte una profesión de sesgo vitalicio y terminando por esputarnos, con inquina judaizante, el viejo aforismo de que, en esta vida, igualmente, tiene que haber de todo...

Los veintitrés de Paco

Artículo publicado en Surdecordoba.com:

Puede que llevara dos o tres años como miembro del Consejo de Redacción de la revista Saigón, cuando se nos planteó, en el seno del mismo, un delicado problema, no por ello infeliz: nos habíamos topado, a propósito del Premio Saigón de Literatura, con un escritor que lo ganaba cada vez que participaba, y ya sumaban dos o tres consecutivas. Sus victorias no eran fruto de una Fortuna amorosa, de un jurado corrupto o de una pésima competencia. Sencillamente, el escritor en torno al cual giran las líneas de este artículo era mucho mejor que el resto de los participantes...