viernes, 15 de julio de 2022

Annual 1921: Los precedentes

 Para la España de principios del siglo XX, el norte de África era la última esperanza de expansión territorial, tras las ruinas de 1898. El último intento de rescatar del olvido aquel brumoso concepto de las Españas, apenas atisbado ya entre los diluidos rincones de la memoria. El último esfuerzo por cicatrizar las heridas de un orgullo que se había confundido con la vergüenza. El último medio para asegurar el peso internacional en una Europa todavía oxigenada de colonialismo. Pero España ya no era las Españas, y estaba cansada, estaba deshecha, estaba corrompida hasta la médula. Y su Rey, Alfonso XIII, a quien puedo defender y condenar cuando me place y se merece, era un señorito cuyos conocimientos militares se limitaban a recolocarse el fajín al pasar revista y cuya experiencia en combate se condensaba en el tiro de pichón por entre las frondas del El Escorial.

La Luisiana española (VI)

 Se aprecia un amplio consenso a la hora de afirmar que el gran milagro español no fue el haber conquistado tan vastísimo territorio mundial, sino el haberlo logrado con tan escasa población, y sostener, comparativa demográfica sobre tabla estadística, el Reino de las Españas durante cuatro siglos.