sábado, 22 de junio de 2019

Cataluña III. ¡Café para todos!

No era ése el plan inicial. Quiero decir que no estaba previsto o no era lo inicialmente ideado. Aunque, cuando se redactaron los pertinentes artículos constitucionales, alguna que otra segunda intención se tendría; al menos, se intuiría el curso que tomarían los acontecimientos. Con interpretaciones para cada gusto: los más puritanos o conservadores continúan sin escatimar golpes de pecho, enorgullecidos de un grado de autogobierno regional superior al de un estado federal; los más progresistas, en cambio, inconformistas por deformación profesional, defienden una configuración abierta, en la eterna espera del estado federal.

Deshumanización


Las innovaciones tecnológicas se anuncian entre vítores y loor de multitudes, y una cuidada puesta en escena con trasfondo sobrio sobre el que destaca la innovación en cuestión. La luz y el colorido hipnotizan al espectador, quien no deja de ser un potencial cliente, mientras se le relata pormenorizadamente cada una de las maravillas prácticas que aportará a su día a día, haciéndole la vida mucho más fácil y cómoda, agilizando sus actividades y proporcionándole más tiempo para dedicárselo a otras actividades, las cuales, sin apenas apreciarlo conscientemente, saturarán su agenda, y ese día a día que se pretendía moldear con barro perfumado y relajante se convierte en una tremebunda anarquía de quehaceres, que se desearan solventar con mayor rapidez, permitiendo incorporar nuevos. Aunque aquel espectador, quien no deja de ser un potencial cliente, no es capaz de percibir lo que se le viene encima, anonadado con tamaña maravilla tecnológica. Aquel espectador flipa en la amplia gama de colores del divino muestrario del sumo creador tecnológico.
Bienvenidas sean las tecnologías que hacen ver al ciego, oír al sordo, caminar al paralítico, devolver la movilidad al enfermo de Parkinson. Sin embargo, aquel espectador también aplaude la máquina que absorbe con melodía cibernética el dinero, depositándolo en su cuenta corriente o destinándolo al pago del recibo de la luz o del IBI; el programa que le brinda la gestión bancaria de sus fondos; el surtidor que, con voz de grabación congestionada, le informa de la gasolina escogida y le da la gracias cuando la ha vertido; la articulación mecánica que manipula desde una silla hasta un camión, partiendo del corte de las piezas y concluyendo con su ensamblaje y acabado; el sistema o red que, cotilla por naturaleza, lo mantiene al tanto de la vida y obra de ese cómplice exhibicionista e inconsecuente, ligar a distancia o relacionarse informáticamente con cualquier cooperador ubicado en cualquier rincón del mundo; el chip que, implantando bajo la piel, le permite llamar por teléfono, fichar en el trabajo, controlar su salud o abrir la puerta de su casa; el robot que, antropomorfo (sea en forma, en apariencia o en forma y apariencia), habla, ríe, brinca, le canta una ópera, le guía por un museo, le sirve el café, le saca a pasear al perro, le hace la cama, le limpia la casa o le transcribe una carta al dictado; aplaude, en fin, toda tienda virtual que le oferta productos a adquirir con un simple clic, un gesto banal de presión dactilar.

sábado, 1 de junio de 2019

Hace ciento cincuenta años

Artículo publicado en Surdecordoba.com:

Tal día como hoy, hace ciento cincuenta años, el 1 de junio, se aprobó la Constitución Española de 1869: nuestra primera constitución democrática, en el sentido actual del término. Aun a riesgo de ser reiterativo, pues sé perfectamente que ya glosé por este rincón al sur de Córdoba sobre el particular, quizá en un tono un tanto liviano, considero de interés dedicar unas líneas a recordar la efeméride...

Esos revisionistas infames

Artículo publicado en Lucenadigital.com:

No es que yo tenga especial inquina contra las adaptaciones cinematográficas o televisivas de los clásicos literarios. Particularmente, no me molestan; al contrario, como aficionado al cine y a las series de televisión, soy un gran partidario de tamaña ofrenda al espectador, siempre que se respeten los elementos o factores que conforman la esencia del clásico literario adaptado, sin los cuales perdería su sentido, convirtiéndose en algo nuevo, diferente a lo anterior, transponiéndose (lo anterior) a una posición de mera inspiración o influencia, lo que no deja ser, ojo, algo habitual en cualquier forma de arte...