lunes, 31 de agosto de 2020

El Abrazo de Vergara

 Artículo publicado en Surdecordoba.com:

Llevaba tiempo sin teclear ninguna línea eminentemente histórica por esta zona sur de Córdoba, y hoy me apetecía, aprovechando la cálida modorra estival. El caso es que concluía el mes de agosto de 1839, cuando los generales Baldomero Espartero y Rafael Maroto sellaban con un abrazo en el municipio de Vergara (Guipúzcoa) el Convenio firmado el día 29, el cual, para algunos, supuso el final de una de las varias guerras civiles españolas y de la primera de las llamadas Guerras Carlistas...


El Abrazo de Vergara

sábado, 15 de agosto de 2020

Barrios en verano

No soy un nostálgico del pasado. No tiendo a mirar hacia atrás, ni abogar por que cualquier tiempo pasado fue mejor. No suelo perder un minuto en recordar con melancolía mi época infantil o adolescente o de inicio en la madurez. Al contrario que muchos otros, no aflojaría pasta alguna por volver a aquellas fechas de juventud, deficiente de problemas, responsabilidades o preocupaciones. Es curioso el número de personas que lo harían: revivir años pretéritos. Más felices, según ellos. Somos lo que fuimos: un resultado de decisiones y experiencias. Cambiarlas es ya del todo imposible (salvo disponibilidad de un DeLorean tuneado por Emmett «Doc» Brown) y revivirlas una estupidez. El pasado, pasado está, y el presente es su penitencia. O la carga de sus consecuencias. No implica este proemio o liminar reflexivo el reconocimiento de una infancia infeliz. De hecho, no lo fue. Aunque jamás me afilié al partido de la alternancia o sociabilidad (sigo sin estarlo), tampoco lo hice al eremita (a pesar de que suelo tacharme de misántropo); así que, con sus más y sus menos, la infancia fue tan bonita como la juventud, incluso como el umbral de la madurez, y su vestíbulo o soportal: antes y después de la llegada de mi hermano (prácticamente, no recuerdo nada de mi vida sin él, pues la llenó hasta colmarla), mis primos y demás familiares, los compañeros del colegio (amigos todos), a quienes se sumaron con posterioridad los del bachiller y la facultad, los profesores y vecinos, y, por supuesto, mis padres… Sólo es que no volvería a vivir un segundo de mis casi cuarenta años de existencia, quizá por pereza emocional, quizá por lo fantasioso o extravagante de la idea, quizá porque el dolor, martillo que forja nuestro carácter, ha sido, en estos años, más intenso que el deleite.

Relatos con alma

El relato, arte que supera la mera narrativa para elevar palabras que migran hacia los donceles del sentimiento, no es un instrumento de entretenimiento para los niños durante el proemio del sueño o para los adultos durante los momentos de asueto, siquiera un escudo contra los constantes ataques de la mediocridad. El relato es todo esto y mucho más. El relato, en buenas manos, en las manos de un escritor nacido para magnificar la prosa, dotado para labrar la sintaxis, cual orfebre sobre el metal precioso, se puede convertir en un instrumento de denuncia social, en un arma de concienciación, en un medio para despertar del letargo, para devolver la mirada, obscenamente desviada, a una realidad que jamás desapareció; aunque algunos pretendieran convencer de ello, y otros se conformaran con creerlo.

sábado, 1 de agosto de 2020

Olvidar a Garci

Artículo publicado en Lucenadigital.com:

Desconozco, lo he manifestado en alguna que otra ocasión (probablemente, lo haga cada año), cuáles son los criterios que, en ocasiones, adopta la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España para otorgar los Premios Goya. Si es una cuestión de azar, en plan lanzar carátulas al aire y escoger las caídas de cara o sacar el palito más largo, para recibir la estatuilla; si es una cuestión de velado soborno, el cual no tiene que ser necesariamente dinerario, sino abonado en variopinta especie; si es el resultado de una compleja fórmula informática, ejecutada por una máquina escacharrada; si es la patética corrección política, manchada por el borreguismo de masas...