¡Hombre, chaval, hacía meses que no nos cruzábamos! ¡Cuantísimo me
alegro!… Eh, no te alejes, hombre, que parece que estés huyendo de mí. Ven,
acércate, deja que te mire… Te veo bien, sanote y fuertote, ¿cómo estás?… Los
libros a cuestas: estudiando, ¿no?… Estupendo… Anda, demos un paseo… Que sí,
hombre, que sí, damos un paseo, qué prisa llevas, joder, dónde te van a esperar
a ti. Venga deja que te eche el brazo por el hombro… Pues has de saber que
deseando estaba de volver a verte, y aprovecho este feliz reencuentro para
disculparme contigo por la última vez que hablamos… Que sí, chaval, que es
necesario. Claro que es necesario… Te decía que pido tu perdón… no, suplico
sábado, 12 de mayo de 2018
En serie
No
sabría precisar con exactitud cuándo se produjo la explosión, si fue en 2004,
con House y Perdidos. Lo cierto es que, durante los diecisiete años recorridos
de siglo, la televisión ha puesto contra las cuerdas al cine, si no lo ha
desbancado ya. Que creo que sí.
martes, 1 de mayo de 2018
Cataluña II. Las lágrimas de Piqué
Artículo publicado en Lucenadigital.com:
Hace casi veinte años, cuando Aznar era Presidente del Gobierno… Aludo al mismo Aznar que meses atrás criticó y presionó a Mariano Rajoy para que, ante la coyuntura que atravesaba España por el problema secesionista catalán, aplicara el archisabido artículo constitucional o, si se consideraba falto de redaños para ello, convocara elecciones, cuando el aludido había gobernado gracias a los votos de Convergència i Unió (CiU), hablando catalán en la intimidad, mientras la familia Puyol escondía dinero en Andorra… Vaya, que mencionaba a José María Aznar y no al almirante Juan Bautista Aznar, que ésta da para otra historia… Cuando Aznar era Presidente del Gobierno, hace casi veinte años, tecleaba, un buen amigo me aseveró, categórico, o nos aseveró, pues éramos cinco quienes paseábamos por la avenida del Aeropuerto, sita en Córdoba, aquel día, que los catalanes no dejarían de llorar jamás...
La voz y el niño
Artículo publicado en Surdecordoba.com:
Cuando necesito escuchar una voz que me envuelva y me conduzca hacia mundos fantásticos, donde el todo y la nada son posibles, donde la realidad es ideal o lo ideal es irreal, donde los universos convergen y el tiempo puede ser relativo… o no serlo. Cuando necesito escuchar una voz que me reporte esa dosis medida, sujeta a receta médica, de expectación, que me sobrecoja el alma, o de misterio, que me doblegue el ánimo. Cuando necesito escuchar una voz que me pinte en el retablo de lo vivido y me colme de las vivencias de lo perdido. Cuando necesito escuchar una voz que me lance al futuro incierto o me retenga en la certeza futura. Cuando necesito escuchar una voz que me despierte de esos sueños impostados por la falacia y la impudicia o me restituya de esa ceguera engendrada por las negras nubes de la tristeza y el infortunio. Cuando necesito escuchar una voz que embellezca la razón de la existencia o endulce la agonía del fracaso de la vocación. Cuando necesito escuchar una voz amiga que me acoja con noble generosidad y me recuerde el poder balsámico de la palabra, acudo a Francisco José Segovia Ramos… Ya sabe, Paco, para los amigos...
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