Cuando necesito escuchar una voz que me envuelva y me conduzca hacia mundos fantásticos, donde el todo y la nada son posibles, donde la realidad es ideal o lo ideal es irreal, donde los universos convergen y el tiempo puede ser relativo… o no serlo. Cuando necesito escuchar una voz que me reporte esa dosis medida, sujeta a receta médica, de expectación, que me sobrecoja el alma, o de misterio, que me doblegue el ánimo. Cuando necesito escuchar una voz que me pinte en el retablo de lo vivido y me colme de las vivencias de lo perdido. Cuando necesito escuchar una voz que me lance al futuro incierto o me retenga en la certeza futura. Cuando necesito escuchar una voz que me despierte de esos sueños impostados por la falacia y la impudicia o me restituya de esa ceguera engendrada por las negras nubes de la tristeza y el infortunio. Cuando necesito escuchar una voz que embellezca la razón de la existencia o endulce la agonía del fracaso de la vocación. Cuando necesito escuchar una voz amiga que me acoja con noble generosidad y me recuerde el poder balsámico de la palabra, acudo a Francisco José Segovia Ramos… Ya sabe, Paco, para los amigos...
martes, 1 de mayo de 2018
La voz y el niño
Artículo publicado en Surdecordoba.com:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario