jueves, 11 de abril de 2024

Aquellos días de lecturas

  Nunca he sido persona que mire con añoranza hacia el pasado, creo haberlo confesado en alguna ocasión. El pasado es lo que hoy soy y, por consiguiente, me acompaña cada día y allá donde voy, como la tortuga se ve en la necesidad de cargar con su caparazón. No es que el pasado sea una carga, entiéndaseme. Sólo es algo inherente, consustancial, a la persona que teclea estas líneas… Somos lo que somos, ya sabe, porque fuimos lo que fuimos. De hecho, no retornaría a momento pasado alguno. El pasado es recuerdo, es alegría, es tristeza, es dolor, es placer, es sufrimiento, es gozo, es suerte, es desgracia; pero, sobre todo, el pasado es memoria, es historia, es lección aprendida y experiencia vivida, y es, lo planteaba antes, fundamento consustancial a mi presente… a nuestro presente. Se irá incrementando, a medida que el tiempo, irremediablemente, pase, variando, o transformando, más bien, la sustancia, como el amargo sabor del café se va diluyendo con cada cucharada de azúcar, hasta que, al final, de su esencia no queda sino la nada.

Las películas estadounidenses de los 80 (II)

  Colocado el segundo rollo, cinéfilo lector, y encendido el proyector, da comienzo este caprichoso recorrido de sin par gratuidad por las películas estadounidenses de 1983 con el sexto episodio, último de la conocida como Trilogía clásica de Star Wars: El retorno del Jedi; mientras que un inspirado Brian De Palma y un agraciado Al Pacino estrenaron El precio del poder, y un Francis Ford Coppola siempre amigo del coqueteo con los bajos fondos del cine independiente, La ley de la calle y Rebeldes. Por su parte, la figura de Supermán comenzaba a diluirse en la infamia con la tercera entrega de la serie de largometrajes protagonizados por Christopher Reeve, salpimentada por la sucesión de payasadas de Richard Pryor; y el talento de Tom Cruise, a emerger lentamente con sus primeros papeles protagonistas en Ir a perderlo y perderse, La clave del éxito y Risky Business. Cómo no, John Carpenter tuvo su momento cinematográfico del 83 con la destacable Christine, a partir de la novela de Stephen King. También aquel año se estrenarían una película, para muchos, de culto, titulada Juegos de guerra; la particular visión del suspense de Michael Apted, con Gorky Park; y ese despropósito que se dio en llamar Psicosis II: El regreso de Norman.

lunes, 1 de abril de 2024

Saga Bond: Sean Connery (III)

 Artículo publicado en Lucenadigital.com:

Que el Servicio Secreto Británico alcanzó, durante los estadios álgidos de la Guerra Fría, estratosféricas cotas en lo que popularmente se ha dado en llamar I+D+I, a la vanguardia de potencias como Estados Unidos o la Unión Soviética, lo prueba ese espectacular traje de buzo, capaz de mantener incólume, como la divina concepción de María, el esmoquin de James Bond, pajarita horizontal y clavel rojo resguardado en el bolsillo derecho de la alba chaqueta, masa y detonadores explosivos, tras una incursión en zona enemiga zambullido en el agua; la raya nivelada de un pelo secado y peinado al contacto con el aire nocturno y unos mocasines irredentos a las adversidades diarias de un agente secreto, que lo mismo valen para un chapuzón, una carrera de cien metros, una patada a la mandíbula o un salto de muro...

Saga Bond: Sean Connery (III)