Ya
que la pandemia dio tan buenos resultados, parecía lógico un empujoncito a esto
de mandarlo todo al carajo. Ciertamente, es compresible. La estabilidad
constante de una situación de paz perpetua, amén de sosaina y aburrida, genera
escasos beneficios a los mandamases que conforman la oligarquía plutocrática…
Entiéndaseles, por favor. En una estable situación de paz perpetua, hay que
repartir menos pasta entre un mayor número de personas, resultando proporciones
ridículas por las que no merece la pena mover millardos diarios. Desde luego,
eso de que la chusma mejore sus condiciones de vida y vaya por ahí comprando
coches o disfrutando de vacaciones como si nada, confiada en que su salario, el
ganado con el esfuerzo, le permitirá cubrir la financiación personal a
satisfacer a través de puntuales mensualidades, mola bastante poco, revelándose
conveniente una contundente bofetada de realidad, y que sea consciente de quién
manda en el cotarro.