domingo, 16 de julio de 2023

La menor preocupación

 Ya que la pandemia dio tan buenos resultados, parecía lógico un empujoncito a esto de mandarlo todo al carajo. Ciertamente, es compresible. La estabilidad constante de una situación de paz perpetua, amén de sosaina y aburrida, genera escasos beneficios a los mandamases que conforman la oligarquía plutocrática… Entiéndaseles, por favor. En una estable situación de paz perpetua, hay que repartir menos pasta entre un mayor número de personas, resultando proporciones ridículas por las que no merece la pena mover millardos diarios. Desde luego, eso de que la chusma mejore sus condiciones de vida y vaya por ahí comprando coches o disfrutando de vacaciones como si nada, confiada en que su salario, el ganado con el esfuerzo, le permitirá cubrir la financiación personal a satisfacer a través de puntuales mensualidades, mola bastante poco, revelándose conveniente una contundente bofetada de realidad, y que sea consciente de quién manda en el cotarro.

Entonces, viendo que con la pandemia fue de puta madre (con todos mis respetos a las putas y a las madres), y antes de su completa disolución, qué tal algún que otro nuevo bombazo caótico, el cual ayude a intensificar los precedentes, conduciendo a un reventón generalizado que, aun no siendo definitivo del todo, sí sea lo suficiente intenso como para hundir otro tanto a la población, al tiempo que nosotros, mandamases que conforman la oligarquía plutocrática, nos elevamos con la potencia semejante a la de habernos metido un cohete por nuestro mismísimo y dorado culo… Pues, qué quieres que te diga, chico, se me antoja fenomenal… Apúntame el primero para lo que fuera menester.

Así, a la crisis de suministros y de materias primas, la desmesura del coste de los insumos en el sector primario, el encarecimiento en los gastos energéticos para la población general y demás puntillas fastidiosas, netamente geniales para los negocios de los mandamases que conforman la oligarquía plutocrática, se les añade con gracilidad amagos pandémicos, vituperios a los combustibles fósiles, una guerra en Europa que sirva de excusa para alertar en torno a la escasez de alimentos básicos e incrementar hasta el extremo el importe de los combustibles y que arrastre, a su vez, hacia el estrangulamiento de la red de transporte, el descontrol en los precios y la hiperinflación; además de posteriores ideas brillantes que se les vaya ocurriendo a los mandamases que conforman la oligarquía plutocrática.

En un mundo en caos, donde la renta media no deja de ser aplastada, el verdadero rostro gubernamental emerge en todo su esplendor, importunando más que tranquilizando, entre otras cuestiones, porque contempla la degeneración del desbarajuste o del desastre impasible, pasivo ante el trastorno, como si el escenario fuera un estadio coyuntural que se reequilibrará con la naturalidad propia de las cosas aparentes. En el ínterin, el verdadero rostro gubernamental ofrece subvenciones al consumo de combustibles, en perjuicio de la deuda pública; reduce el sistema impositivo energético, en perjuicio de su repercusión futura sobre la facturación particular; advierte del insano empleo de los combustibles fósiles, de aciaga suerte, en perjuicio del recargo sobre el usuario, y pese a que el verdadero rostro gubernamental se pasea por el feliz planeta en vehículos y aviones oficiales de tanques petroleros… Y por si no fuera bastante, contra el histórico statu quo forjado entre Rusia y la comunidad internacional, cuando el dirigente de un antiguo estado soviético solicita su incorporación a una organización de países (al margen del debate alrededor del legítimo derecho de una nación a decidir su destino, que daría para tratarlo aparte), el verdadero rostro gubernamental aplaude dócilmente la pintoresca iniciativa, con alternativa palmadita sobre la espalda y consecuente reacción rusa (al margen del debate alrededor de la ilegítima rabieta rusa, manifestada en forma de atroz y vil invasión y guerra, que daría para tratarlo aparte; máxime, cuando, por ejemplo, se había anexionado Crimea, quedándose tan pancha).

Con ello, tenemos, lo tecleaba líneas arriba, un pretexto construido a la perfección para que los mandamases que conforman la oligarquía plutocrática se explayen a sus anchas, ganando pasta a tutiplén y contando con la anuencia del verdadero rostro gubernamental, impasible frente a los desmanes que revierten el mundo en un caos, mandándolo todo al carajo; puesto que esa pasta aparecerá en abundancia, dispuesta a ser repartida entre un minúsculo puñado de destinatarios, cuyos colmillos babeantes ansían el suculento y pronto bocado; y facilón, como robarle el caramelo a un niño pequeño.

Halagüeño panorama que provoca, se me entenderá, espero, que unas elecciones, en cualesquiera de sus modos y expresiones, se conviertan en la menor de mis preocupaciones… Los mandamases que conforman la oligarquía plutocrática continuarán teniendo vía libre para crear caos, fuente de pasta a porrillo; al igual que el verdadero rostro gubernamental se mantendrá impasible, aguardando, cándido, un vano reequilibrio.


Lucenadigital.com, 30 de junio de 2022

No hay comentarios:

Publicar un comentario