domingo, 27 de abril de 2014

"El guardián entre el centeno" (reflexión literaria)


El lector ilustrado que se aproxime por primera vez, el ánimo rebosante de honradez, a la obra más conocida y reconocida de JD Salinger, El guardián entre el centeno, se llevará una sorpresa. Que ésta sea grata o ingrata va a depender de cómo se lo tome cada uno. En todo caso, su lectura no será, ni mucho menos, la esperada. Desde las primeras líneas. Quien presuma una narración densa, una prosa cuidada y una sintaxis compleja; quien no vea llegado el momento de recrearse en la excelencia literaria, en empaparse de las virtudes del arte, en asistir a una clase magistral que siente cátedra, posiblemente quede decepcionado.

La tierra (inter)media (viejo artículo)


En ocasiones el título me lo dejan a huevo. El caso es que ya estábamos todos preocupados por aquí, pero podemos al fin respirar tranquilos. Uno, dos. Uno, dos. Inspirar, expirar. Inspirar, expirar. Pensábamos que nos quedábamos sin nuestra asignación de los Fondos de Cohesión y cundió el pánico, claro. La ansiedad se apoderó de nosotros, descontrolando a todo el personal, falto de respuesta ante el considerable percance. Ya sabíamos que eso de la ampliación europea no podía traer nada bueno. Qué se habrán creído esos países del este. No tienen dónde caerse muertos, con su política corrupta, su industria obsoleta y su agricultura subdesarrollada, y, con indigno descaro, persiguen la integración a este carnaval llamado Unión Europea no por el espíritu de afrontar con una sola voz los retos político-jurídicos y socio-económicos presentes y futuros, base de los valores históricos inspiradores de la unión en el viejo continente, mucho cuidado, sino por el falaz deseo de meter la mano en las generosas arcas europeas. Menuda desvergüenza. Como si no tuviésemos bastante con los sablazos provocados por el sueldo de los eurodiputados.

El espectador cómplice (viejo artículo)


Formo parte del selecto y cada vez más reducido cero coma cero dos por ciento de españoles que no ven los documentales de La 2. Ni siquiera para dormir la siesta. No porque dude de sus facultades soporíferas, sino porque apenas veo la televisión. Ya, con algunos informativos, tengo mi dosis diaria de tontería humana, manteniendo mi mala leche en unos niveles aceptables. Le juro que lo he intentado, varias veces. He intentado asumir su tolerancia, pues me aseguraron que su consumo habitual garantizaba un estado de placer perpetuo mediante el adormecimiento del cerebro racional. Me hablaron de un subidón, de viajes a mundos desconocidos, a vidas inalcanzables; me hablaron de quedar deslumbrado por espectáculos maravillosos, de conocer pícaros multimillonarios y vendedores de sueños imposibles.

sábado, 12 de abril de 2014

Despertando (viejo artículo)


Sentados ante una pequeña mesa en una sala de su casa, la conversación había sido breve —girando en torno a la edición y distribución de mi nueva novela, buscaba su consejo y su experiencia—. Un libro había sobre aquella mesa, solitario, aguardando, paciente, su lector. Lo tomé entre mis manos, pasé sus páginas en un rápido vistazo para detenerme, después, en el encanto de la foto de portada. Rocé con mi dedo la silueta de la joven protagonista de la misma, recreándome. «Quédatelo», me dijo con sincera naturalidad. «Léelo y ya me contarás qué te ha parecido», agregó. La invitación procedía del propio autor, Manuel Guerrero. El libro era su última obra: la colección de relatos “Para despertar”.

"Semanasantería", credos y utopías (viejo artículo)


¿Empezaría con diplomacia?... No sería posible. Ni conveniente.
 
Considerando inconstitucional el término «Mariana» del escudo de Lucena, asisto a su Semana Santa como si de un espectáculo folclórico se tratara. En alguna ocasión he escuchado la expresión «evento antropológico» para referirse a ella. A mí, particularmente, qué quiere que le diga, me vale cualquiera con la sola condición de su lejanía a una semántica religiosa. Y no es cuestión de creer o no creer —después de más de treinta años uno está inmunizado a todo; o casi—. Entiendo al ser humano como una especie espiritual. Necesita creer en algo, tanto da Dios, el buscón don Pablos o Scarlett Johansson —no es mala opción esta última—. Lo importante es tener un apoyo, una luz mostrando el camino o una razón para levantarse diariamente bien dispuesto a soportar la bazofia reservada por la vida y sutilmente aderezada por dulces momentos, ayudando a pasarla mejor por el gaznate.

sábado, 5 de abril de 2014

El Estatuto de Bayona de 1808. Parte III (ensayo)

Contenido

Tienes en tus manos un pequeño libro al que, si fueras un español de principios de 1808, despreciarías con toda la fuerza de tu patriótica alma; aún hoy el simple roce con los dedos te provoca una mezcla de sensaciones, todas ellas desagradables. Algo entre el odio, la vergüenza, la displicente humillación, el orgullo herido, el honor mancillado, la bellaca traición y la venganza sangrienta. Del libro tienes algunos datos, a saber: redactado en Bayona —Francia—, sancionado por el Rey el 6 de julio de 1808, promulgado el 8 y publicado en la Gaceta de Madrid en dos ocasiones —una entre los días 27 y 30 de julio y otra el 29 de marzo de 1809—. Su título aparece perspicuo en su portada: Constitución. Pero, no obstante la rotundidad del vocablo, te basta con leer su Preámbulo para comprender que más que constitución es una carta otorgada1 (lo de «pacto que une» etcétera, no deja lugar a dudas); así que, con acertado juicio, decides que mejor es el término estatuto, y a los villanos gabachos que les vayan dan…

El Estatuto de Bayona de 1808. Parte II (ensayo)

La Junta Nacional

El día 4 de mayo de 1808 Fernando se reafirmó en que la devolución de la Corona debía seguir las formas por él prescritas1, pero todavía no sabía nada sobre la cesión del Trono realizada por su padre. De esto y del levantamiento del día 2 se enteró esa misma noche. En la madrugada del 5 firmó dos decretos dirigidos a la Junta de Gobierno y al Consejo de Castilla para que, respectivamente, declarase la guerra a Francia y convocase Cortes Generales que «… atiendan a la defensa del reino». El día 6 se reconoció vencido y renunció al Trono; el 10 se supo cautivo de Napoleón (recibiría el castillo de Valençay y una pensión anual de cuatro millones de reales), junto con los infantes don Carlos y don Antonio, e iniciaron la marcha a Valençay. Desde Burdeos, el día 12, renunció a sus derechos como Príncipe de Asturias, renuncia a la que se sumaron los infantes que lo acompañaban.

El Estatuto de Bayona de 1808. Parte I (ensayo)

Escenario histórico

Te encuentras al sur de Francia, en el pueblo de Bayona. Rápidamente recorres sus calles sin preocuparte de lo que por ellas acontece, hechos cotidianos quizá importantes para sus protagonistas pero sin duda indiferentes para la Historia. Porque los sucesos que recordará la Historia se dan en un lujoso edificio del lugar. Edificio reconocido como palacio imperial o castillo viejo y hacia allí te diriges.

jueves, 3 de abril de 2014

Historismo constitucional (VIII) (artículo)

Artículo publicado en surdecordoba.com:

Creyó don Leopoldo (O’Donnell) que sería como Julio César, «veni, vidi, vici», y escribiría sus batallitas en tercera persona del singular. Así que empezó fuerte. Por seguir llevándole la contraria a la planificación política de Espartero, decretó que la Constitución válida era la de 1845. Mantuvo su vigencia, con unos retoques, improntas de unos deseos personales ajustados al tiro de sus cojones. Quiero decir que consiguió incorporar alguna enmienda a la Constitución sin verse obligado a darle la razón a su antecesor, y redactarla según su dictado. Se denominó «Acta Adicional», y se pegó al texto constitucional del 45 como un mal parche de refuerzo. Non vici, abreviando mucho...

 

martes, 1 de abril de 2014

Presente es pasado (prefacio y Larra) (artículo)

Artículo publicado en lucenadigital.com:

Cómo será la cosa que hace unas semanas releía uno o dos pares de artículos de don Mariano José de Larra y me decía que habrase visto, textos de casi dos siglos nos retrataban como si hubiesen sido escritos anteayer. Al poco, devoraba un simpático opúsculo editado por Rey Lear, donde se compilaban un puñado de artículos de opinión socio-política firmados por don Benito Pérez Galdós, apostillado con una selección de pasajes de sus famosos «Episodios Nacionales», dejándome la misma sensación. Además, me alegraba comprobar que muchos de esos pasajes también los había destacado yo en mi colección de la magna obra...