sábado, 14 de marzo de 2015

El obstruccionista

A finales del pasado mes de septiembre fue noticia Ted Cruz, senador por Texas, republicano del núcleo duro del Tea Party. A las dos de la tarde se acercó a la tribuna de oradores calzando zapatillas deportivas y se dispuso a hablar mientras pudiera mantenerse en pie con el objetivo de retrasar la aprobación de la reforma sanitaria del Presidente Barack Obama, conocida como Obamacare. Era, pues, un obstruccionista.
 
El filibusterismo u obstruccionismo parlamentario es una práctica característica de los sistemas donde los representantes del pueblo no tienen limitado su turno de palabra. Se emplea con el único fin de bloquear o demorar la aprobación de una ley, en particular, o de un acto legislativo, en general. «Ejercicio de la obstrucción en asambleas deliberantes», lo define el Diccionario de la Real Academia.
 
El senador Cruz obstruyó la actividad legislativa de la Cámara durante poco más de veintiuna horas, ayudado por alguno de sus compañeros de filas en momentos puntuales. Contó anécdotas, leyó recetas de cocina, mensajes recibidos en las redes sociales, un cuento a sus hijas, les deseó las buenas noches, comentó los curiosos peinados de los senadores, dejó frases para la historia como «la luna puede ser tan intimidante como Obamacare», reprochó el sensacionalismo de los medios de información al tratar el asunto… Vaya, veintiuna horas dan para mucho.
 
La táctica era impedir la aprobación de los presupuestos estatales, lo cual supondría suspender el aumento del techo de deuda y, en consecuencia, dejar sin financiación la reforma sanitaria, estandarte del presidente demócrata. Para los republicanos que se oponen al Presidente por el simple hecho de fastidiarlo, sea cual sea su propuesta, era una estrategia brillante.
 
Inmediatamente, algún medio de comunicación español recordó, para ejemplarizar el mecanismo, la película Caballero sin espada, dirigida por Frank Capra y protagonizada por James Stewart. Propósitos al margen, sin duda, esta extraordinaria y recomendable obra es una excelente muestra de la técnica. Sin embargo, a mí la escena me trajo a la memoria un episodio de la mítica serie El Ala Oeste de la Casa Blanca, del maestro Aaron Sorkin, titulado «El obstruccionista Stackhouse».
 
El senador por Minnesota Howard Stackhouse, para evitar una votación en el Senado, usa su turno de intervención durante horas. El anciano senador también lee un libro de recetas de cocina, además de un manual de juegos de cartas y David Copperfield, novela de Charles Dickens. Curiosamente —quizá por ello fue rescatado por mi memoria—, ejercía el filibusterismo por una cuestión relacionada con el ámbito de la financiación sanitaria. Josh Lyman, Ayudante del Jefe de Gabinete, logra cerrar un acuerdo para financiar la Ley de Salud Familiar con seis mil millones de dólares —casi nada—, cuando recibe una petición del senador Stackhouse para añadir cuarenta y siete millones para invertirlos en la investigación del autismo. Josh se niega, y Stackhouse responde con el obstruccionismo. Se descubrirá, al cabo, que uno de los nietos del senador sufre esta enfermedad; entonces, el equipo del Ala Oeste, encabezado por el Presidente Josiah Bartlet —papel interpretado a la perfección por Martin Sheen, hasta el punto de ser apodado por los estadounidenses como Presidente en funciones—, auxilia la causa del senador por Minnesota favoreciendo sucesivas preguntas de los representantes que le permiten el descanso.
 
En el caso de Ted Cruz, algunos llegaron a emplear el término falso filibusterismo, porque el Presidente del Senado ya había logrado convocar la votación.
 
De cualquier modo, resultan llamativos estos integrantes del Tea Party. Unos extremistas que, como todos los partidarios del extremismo, se encuentran embadurnados por una argamasa pestilente compuesta de ignorancia, intolerancia, obcecación y estupidez. Bajo el principio de menos Estado, vienen a concluir que cada individuo ha de apañárselas como buenamente pueda, sin intervencionismo gubernamental a través del cual se procure al ciudadano lo que no pueda proporcionarse por sí mismo, en una suerte de anarquía contenida por una oligarquía eminentemente —se deduce, parece ser— plutocrática. Claramente, estos fulanos van sobrados; quiero decir, no tienen carencias ni necesidades, penurias o estrecheces. Pueden acceder a aquello que les permita cubrir cualquier falta. No requieren el Estado —se deduce, parece ser—, salvo para las principales figuras representativas.
 
El senador Ted Cruz logró su minuto de fama en los informativos y su titular en los periódicos. La actitud republicana, que Obama introdujera modificaciones en su reforma.
 
Lo lamentable es que haya personas ancladas en la sinrazón de lanzarse contra un sistema de cobertura sanitaria que cuidará y mejorará la vida de sus coterráneos, sin distinguir estatus. Una población sana termina conformando una nación fuerte.
 
Sinrazón de igual manera existente en un Estado Social que elimina todos sus elementos naturales, excepto, mire usted por dónde, los excedentes de puestos o cargos políticos.

lucenadigital.com, 1 de diciembre de 2013

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