A finales del pasado mes de septiembre fue
noticia Ted Cruz, senador por Texas, republicano del núcleo duro del Tea Party.
A las dos de la tarde se acercó a la tribuna de oradores calzando zapatillas
deportivas y se dispuso a hablar mientras pudiera mantenerse en pie con el
objetivo de retrasar la aprobación de la reforma sanitaria del Presidente
Barack Obama, conocida como Obamacare. Era, pues, un obstruccionista.
El
filibusterismo u obstruccionismo parlamentario es una práctica característica
de los sistemas donde los representantes del pueblo no tienen limitado su turno
de palabra. Se emplea con el único fin de bloquear o demorar la aprobación de
una ley, en particular, o de un acto legislativo, en general. «Ejercicio de la
obstrucción en asambleas deliberantes», lo define el Diccionario de la Real
Academia.
El
senador Cruz obstruyó la actividad legislativa de la Cámara durante poco más de
veintiuna horas, ayudado por alguno de sus compañeros de filas en momentos
puntuales. Contó anécdotas, leyó recetas de cocina, mensajes recibidos en las
redes sociales, un cuento a sus hijas, les deseó las buenas noches, comentó los
curiosos peinados de los senadores, dejó frases para la historia como «la luna
puede ser tan intimidante como Obamacare», reprochó el sensacionalismo de los
medios de información al tratar el asunto… Vaya, veintiuna horas dan para
mucho.
La
táctica era impedir la aprobación de los presupuestos estatales, lo cual
supondría suspender el aumento del techo de deuda y, en consecuencia, dejar sin
financiación la reforma sanitaria, estandarte del presidente demócrata. Para
los republicanos que se oponen al Presidente por el simple hecho de
fastidiarlo, sea cual sea su propuesta, era una estrategia brillante.
Inmediatamente,
algún medio de comunicación español recordó, para ejemplarizar el mecanismo, la
película Caballero sin espada, dirigida por Frank Capra y protagonizada por
James Stewart. Propósitos al margen, sin duda, esta extraordinaria y
recomendable obra es una excelente muestra de la técnica. Sin embargo, a mí la
escena me trajo a la memoria un episodio de la mítica serie El Ala Oeste de la
Casa Blanca, del maestro Aaron Sorkin, titulado «El obstruccionista Stackhouse».
El
senador por Minnesota Howard Stackhouse, para evitar una votación en el Senado,
usa su turno de intervención durante horas. El anciano senador también lee un
libro de recetas de cocina, además de un manual de juegos de cartas y David
Copperfield, novela de Charles Dickens. Curiosamente —quizá por ello fue
rescatado por mi memoria—, ejercía el filibusterismo por una cuestión
relacionada con el ámbito de la financiación sanitaria. Josh Lyman, Ayudante
del Jefe de Gabinete, logra cerrar un acuerdo para financiar la Ley de Salud
Familiar con seis mil millones de dólares —casi nada—, cuando recibe una
petición del senador Stackhouse para añadir cuarenta y siete millones para
invertirlos en la investigación del autismo. Josh se niega, y Stackhouse
responde con el obstruccionismo. Se descubrirá, al cabo, que uno de los nietos
del senador sufre esta enfermedad; entonces, el equipo del Ala Oeste,
encabezado por el Presidente Josiah Bartlet —papel interpretado a la perfección
por Martin Sheen, hasta el punto de ser apodado por los estadounidenses como Presidente
en funciones—, auxilia la causa del senador por Minnesota favoreciendo
sucesivas preguntas de los representantes que le permiten el descanso.
En
el caso de Ted Cruz, algunos llegaron a emplear el término falso
filibusterismo, porque el Presidente del Senado ya había logrado convocar la
votación.
De
cualquier modo, resultan llamativos estos integrantes del Tea Party. Unos
extremistas que, como todos los partidarios del extremismo, se encuentran
embadurnados por una argamasa pestilente compuesta de ignorancia, intolerancia,
obcecación y estupidez. Bajo el principio de menos Estado, vienen a concluir
que cada individuo ha de apañárselas como buenamente pueda, sin
intervencionismo gubernamental a través del cual se procure al ciudadano lo que
no pueda proporcionarse por sí mismo, en una suerte de anarquía contenida por
una oligarquía eminentemente —se deduce, parece ser— plutocrática. Claramente,
estos fulanos van sobrados; quiero decir, no tienen carencias ni necesidades,
penurias o estrecheces. Pueden acceder a aquello que les permita cubrir
cualquier falta. No requieren el Estado —se deduce, parece ser—, salvo para las
principales figuras representativas.
El
senador Ted Cruz logró su minuto de fama en los informativos y su titular en
los periódicos. La actitud republicana, que Obama introdujera modificaciones en
su reforma.
Lo
lamentable es que haya personas ancladas en la sinrazón de lanzarse contra un
sistema de cobertura sanitaria que cuidará y mejorará la vida de sus
coterráneos, sin distinguir estatus. Una población sana termina conformando una
nación fuerte.
Sinrazón
de igual manera existente en un Estado Social que elimina todos sus elementos
naturales, excepto, mire usted por dónde, los excedentes de puestos o cargos
políticos.
lucenadigital.com, 1 de diciembre de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario