martes, 15 de diciembre de 2015

Presente es pasado (Galdós y Epílogo)

Sea ahora el turno para don Benito:
 
«La turba siempre es valiente en presencia de estos ídolos indefensos, para quienes ha sonado la hora de la caída. Tienen éstos en contra suya la fatalidad de verse abandonados de improviso por los amigos tibios, por los servidores asalariados, y hasta por los que todo lo deben al infeliz que cae; de modo que a las manos de odio, justo o injusto, se unen, para rematar la víctima, las manos de la ingratitud, el más canalla de todos los vicios».
 
«… con sus buenas cualidades, [Mendizábal] incurrirá en el defecto de todos los ilustres señores que nos vienen gobernando de mucho tiempo acá. Talento no les falta, buena voluntad tampoco. Y fracasan no obstante, y continúan fracasando unos tras otros. Es cuestión de fatalidad en esta maldita raza. Se anulan, se estrellan, no por lo que hacen, sino por lo que dejan de hacer. En fin, amiguito, nuestros mandarines se parecen a los toreros medianos; ¿sabe en qué? Pues en que no rematan».
 
«… la política de entonces, como la de ahora, no era terreno propio para lucir las supremas dotes de la inteligencia: era un arte de triquiñuelas y de marrullerías. En la oposición sí desplegaban los políticos una ideación fastuosa, con carácter teórico, que deslumbraba a los papanatas del partido y a la parte de opinión neutral que toma en serio las batallas oratorias, comúnmente sin sacar nada en limpio de ellas; pero gobernando no eran más que unos pobres caciques, unos manipuladores más o menos hábiles del teclado de la cosa pública, en pro de intereses siembre inferiores a los supremos de la Nación».
 
«[Los españoles] no empiezan por el principio, que es ilustrarse y civilizarse para después gozar. Dicen: “Gocemos y luego nos civilizaremos”. Ven todo ese material bonito y elegante que los extranjeros han inventado para su goce […]; y tomando el fin por el principio, piden que vengan acá esas maravillas, las compran, las usan, quieren gozar de ellas, creyendo que con adquirirlas y poseerlas son tan civilizados como las que las inventaron y luego las hicieron».
 
«En España es un hecho constante la realidad de lo contrario, o que cosas y personas actúen al revés de sí mismas».
 
«Hoy les toca morir a éstos; mañana a los otros. Es la Historia de España, que va corriendo, corriendo… Es un río de sangre…».
 
«¡Y cómo se conoce la rusticidad de los que atienden más a los dichos y simplezas del vulgo que a la palabra impresa de los hombres doctos!».
 
«Esta vieja nación, con sus glorias y sus tristezas, sus fuerzas y sus recuerdos, sus instituciones aristocráticas y populares y su extraordinario poder sentimental, constituye un cuerpo político de tan dura consistencia, que los hombres de Estado, cualesquiera que sean sus dotes de voluntad y entendimiento, no lo puede alterar. El alma de ese cuerpo es igualmente maciza, petrificada en la tradición y desprovista de toda flexibilidad. El único gobernante capaz de llevar a ese alma y ese cuerpo un nuevo estado de civilización es el tiempo, y yo seré todo lo que usted quiera […], pero el Tiempo no soy».
 
«Entre todos hicieron de la vida política una ocupación profesional y socorrida, entorpeciendo y aprisionando el vivir elemental de la Nación, trabajo, libertad, inteligencia, tendidas de un confín a otro las mallas del favoritismo, para que ningún latido de actividad se les escapase. Captaron en su tela de araña la generación propia y las venideras, y corrompieron todo un reinado, desconceptuando personas y desacreditando principios; y las aguas donde todos debíamos beber las revolvieron y enturbiaron, dejándolas tan sucias que ya tienen para un rato las generaciones que se esfuerzan en aclararlas».
 
Pasados cien o doscientos años, estamos anquilosados. Disfrutamos con un inmovilismo roñoso y pestilente, como si, al avanzar, nos fuéramos a ir deshaciendo al paso. Por ello, con cada uno, damos dos hacia atrás… Para asegurar.
 
Una cosa es no dejarse arrastrar por los impulsos del primer entusiasmo, y otra es alargar la paciencia hasta la fosilización. Igual da quién gobierne, y no me centro en legislación sobre el aborto, seguridad ciudadana, jurisdicción universal o medallas de Oro al Mérito Policial a la Virgen, sino algo más genérico; porque, sea candidatura u oposición, al alcanzar el Ejecutivo, todo se vuelve misceláneo y pierde su originalidad; dejan de caminar adelante y se entretienen fuera de los márgenes. Aunque, al final, claro, los gobernantes son sólo un reflejo de sus votantes.

lucenadigital.com, 2 de mayo de 2014

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