No todo el mundo nace con vocación lectora. Y, en ocasiones, el lector se hace. No me refiero a una lectura por afición, a modo de tendencia ociosa con vistas a cubrir breves periodos del día, o de la semana, o del mes, o del año; ni a una fórmula banal para conciliar el sueño con facilidad. Me refiero a una lectura por necesidad. A una necesidad de leer para poder seguir viviendo, como se necesita comer o respirar. Y para encarar la vida con lucidez, ayudar a comprender el porqué...
miércoles, 1 de octubre de 2014
Un maestro para un lector
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