La primavera concluyó con un acontecimiento histórico para nuestra generación. La proclamación de un nuevo Rey no es algo que se vea todos los días. Su escasa frecuencia condiciona la atención extraordinaria. Es como la elección de un Papa, la caída de un imperio o el reconocimiento de sus errores por parte de un político. Y, al margen de la pompa protocolaria, emociona ser testigo de un hecho que quedará grabado para los anales, e impreso para ser estudiado por nuestros descendientes...
lunes, 1 de septiembre de 2014
Jefatura del Estado
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