Artículo publicado en Surdecordoba.com:
Sin la menor duda, a quien inventara lo de las palomitas y los refrescos en la salas de cine deberían haberle cortado las manos, arrancado los ojos y expuesto su cuerpo desollado y putrefacto en la plaza pública, puesto que si ya el cargado ambiente a humanidad, espumoso durante el estío, en unos espacios de cuestionable ventilación, te impele a desplazarte por entre las filas a base de machetazos aleatorios, cual selva virgen, los tufos palomiteros sonorizados por los combates de los cubitos en los vasos y las aspersiones gaseosas del producto edulcorado de turno pervierten hasta el sentido olfativo más opaco y enladrillado...
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