Últimamente, advertida la escasa disponibilidad temporal, sea por penurias u ocupaciones, tengo descuidados a los amigos, y no está la vida para ir descuidando amigos, so pena de perderlos, sobre todo, cuando son amigos de los buenos, de los de verdad; así que valgan estas líneas a modo de disculpa y constancia de lo involuntario de la situación; aunque sé que, dada, justamente, la bondadosa cualidad de los mismos, también predomina en ellos la comprensión y la empatía; excluyendo de este trasunto de silogismo al peculiar Tito (ermitaño y cambiante como meteoro), e incluyendo a los amigos de la Asociación Cultural Naufragio, cuyas actividades perduran desatendidas y postergadas a mi pesar; cuestión ésta, sin embargo, que me preocupa menos, al estar en manos de personas capaces, cualificadas y comprometidas, quienes cuentan con el apoyo de un generoso grupo humano, siempre fiel y fraterno. Lucho, eso sí, contra viento y marea por preservar mi colaboración en la revista Saigón, en la cual inicio nueva etapa, supliendo, en acrobático salto circense, la materia jurídica por la cinematográfica...
sábado, 1 de diciembre de 2018
Sobre prejuicios y mecenas
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