sábado, 14 de enero de 2017

Bilingüismo

Hoy en día, para estar a la vanguardia en educación, los colegios han de ser bilingües. Entre el treinta y el cincuenta por ciento de las horas lectivas, al menos, han de impartirse en un segundo idioma. Que será el inglés. Los maestros han de explicar la lección a sus alumnos en un idioma distinto del materno, para unos y para otros. La primaria es el ciclo ideal, cuando más pequeños son los niños, con un cerebro inmaculado que absorbe como una esponja y unas cuerdas vocales aún en desarrollo, mayor es su capacidad de aprender diferentes vocabularios, fonéticas, pronunciaciones y estructuras gramaticales; pero el sistema se extiende a la secundaria. Se ruega la implicación familiar, fomentando la práctica del segundo idioma con libros, películas, juegos e incluso ¾y esto es lo mejor¾ viajes a algún país donde se hable esa lengua ¾esto es calderilla¾. Y claro, con unas cosas y otras, ya tenemos el espectáculo montado.

Siempre fui ¾sigo siendo¾ un negado para el inglés, lo confieso. Las lenguas clásicas, el latín y el griego, no eran obstáculo para mí, aunque con el inglés el atasco estaba garantizado. Ignoro si será una cuestión de configuración cerebral o de desdén hacia una segunda lengua, cuando ya domino otra que hablan quinientos millones de personas, que no son pocas. El caso es que reconozco que el inglés no es lo mío. Y quizá otro idioma, con un origen romance, se me diera bien. No lo he intentado. Contradicciones humanas, lo mismo que tecleo esta honesta confidencia, tecleo que una vez escuché o leí un interesante consejo para un joven: aprender un par de idiomas extranjeros, lo cual le facilitaría la emigración, cuando decidiese abandonar, por propia iniciativa o por imposición microeconómica, este ingrato y olvidadizo país donde tuvo la fortuna o el infortunio de nacer. Fetén consejo que las autoridades gubernamentales se han propuesto allanar con esto de la educación bilingüe. Distinto es el punto de si la iniciativa es laudable o no.
 
Porque imagine ahora a esos pobres maestros y profesores, españoles de toda la vida ¾con sus pros y contras¾ , esforzándose por exponer e inculcar a sus alumnos los conocimientos educativos básicos, imprescindibles para entrar en temas más amplios y complejos, y procurando presentarlos del modo más digno posible, conservando el respeto, o tratando de ganarlo. Suma, resta, multiplicación, división, ordinales, decimales, sinónimos, antónimos, sujeto, verbo, predicado, fotosíntesis, sistema circulatorio, reproducción, evolución, sistema solar, formaciones geológicas, ríos, provincias, capitales, combinación de colores, manualidades, reglas deportivas… Después vendrían cosenos, fracciones, probabilidades, complementos directos, subordinadas, reproducción celular, gótico, dibujo técnico, países, corrientes oceánicas, géneros literarios, test de Cooper, civilización mesopotámica, egipcia y griega, conquistas alejandrinas, Imperio Romano, Numancia, Cartago, invasiones bárbaras, comercio fenicio, señores feudales, Altamira, Renacimiento, Barroco, La Celestina, El Quijote, Revolución Francesa, Guerras Mundiales, colonialismo… O imagine a esos maestros y profesores, decididos, y a esos alumnos, pasmados, tratando de desentrañar de manera comprensible, los primeros, y de captar el meollo del asunto, los segundos, sudando la gota gorda todos, en una lengua que no emplearán al llegar a casa o cuando salgan con los amigos, contenidos tan patrios, tan españoles, tan arduos como la Reconquista, el descubrimiento de América, los Reyes Católicos, Carlos I, las Germanías, Felipe II, Felipe V, Carlos IV, Trafalgar, Godoy, Fernando VII, el Dos de Mayo, los pronunciamientos, los cantonalismos, el turno de partidos, la Guerra Civil, la Transición… O imagínelos afrontando vida, obra y milagros de españoles, con todas sus letras y consecuencias, como Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Velázquez, Murillo, Bécquer, Larra, Goya, Churriguera, Sorolla, De Mena, Galdós, Valle-Inclán, Cela… ¿Llegaremos al absurdo de dar las clases de Lengua y Literatura españolas en inglés? Por descontado. Menuda pregunta estúpida. España… Aquí un detalle apreciable es el nivel idiomático de esos maestros y profesores patrios, quienes podrían verse suplantados por nativos, dándose el hecho curioso de que las semblanzas de Cervantes serían impartidas por un inglés en su idioma materno y en España.
 
Si el objeto de una clase es aclarar la lección diaria de manera que resulte digerible por el discente, simplificándole el estudio, no parece solución aconsejable el hacerlo en un idioma cuya distribución gramatical y profundidad semántica se desconoce o no se emplea con habitualidad, pues los alumnos no terminarán de aprender nada, ni la lección del temario ni el inglés.
 
Al acontecimiento por el cual un país penetra en otro, propagando su idioma y costumbres, se le llama invasión. También se admitiría colonización. Hemos sido invadidos. O colonizados. No sólo nosotros. Tanto es así que el Presidente del Banco Central Europeo utiliza en las ruedas de prensa el idioma de un país que no integra la Unión Económica y Monetaria. Y no tecleo más.

Lucenadigital.com, 4 de enero de 2016

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