Lo peor son los niños. Siempre. Los niños. No me cansaré de repetirlo. Los primeros que sufren las consecuencias de este cáncer planetario llamado humanidad son ellos. Los inocentes. Los más pequeños. Paradójicamente. Aquellos que tendrían en su mano la llave de la puerta que comunicaría con la redención. Aquellos destinados a corregir los males y maldades de esta especie vil, cruel y despreciable. Arrogante, egoísta y déspota como ninguna. Hasta que crecen, claro...
sábado, 2 de enero de 2016
Una niña se rinde
Artículo publicado hoy en surdecordoba.com:
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