Esta tarde acompaño a mi amigo Tito en uno de sus habituales bajones de ánimo. Poco más puedo hacer por él, salvo esto: estar a su lado, que no se encuentre solo. No necesitamos hablar, él no lo necesita; basta con saber que tiene a alguien que se preocupa por él a su flanco. Un amigo que estará ahí para apoyarlo, cuando se tambalee; sostenerlo, cuando se caiga; y arrástralo hacia casa, cuando las fuerzas le falten, el alcohol lo venza o el hartazgo lo desgaste o arruine, dejándolo como un estropajo usado, devastado y abandonado en un rincón de la encimera...
sábado, 1 de julio de 2017
Contarle a san Pedro
Artículo publicado hoy en Lucenadigital.com:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario