Artículo publicado en Lucenadigital.com:
En concreto, un millón doscientos cincuenta mil dólares desembolsó United Artists a Sean Connery para que aceptara volver a interpretar al Agente 007 en Diamantes para la eternidad (1971), además de otorgarle facultades de decisión en la producción y el compromiso de posibilitarle dos películas más. El pastizal Connery, como un señor, lo donó a una institución educativa escocesa (ni necesitaba vivir de la actuación, pues había repuntado como empresario, ni tenía ambiciones económicas), las facultades decisorias las ejerció a su gusto, dando el visto bueno cuando lo consideró oportuno, y las dos películas se quedaron en una sola: La ofensa (Sidney Lumet, 1973), producto irregular que adaptó la obra teatral de John Hopkins...
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