En el balance del año me apuñalará el triste fin de la Asociación Cultural Naufragio. Su disolución ha supuesto el cataclismo, hundimiento, por aprovechar la corriente alegórica, de su buque insignia: la revista Saigón, que ha encajonado sus tipos, cuales fichas de dominó al término de la partida, ensabanado su imprenta y desconectado su alumbrado, con la esperanza derretida de felices tiempos o nuevos ingenios que reactiven los engranajes de las máquinas.
sábado, 13 de diciembre de 2025
Saga Bond: Roger Moore (IV)
En la columna de repercusiones negativas del fenómeno La guerra de las galaxias (con posterioridad, Episodio IV: Una nueva esperanza —1977—) copa puesto destacado, sin lugar a dudas, Moonraker (1979). Lastimero pastiche de las tres entregas anteriores creado al servicio no de Su Majestad, sino del populacho, o sea, de la demanda popular o la moda de la época; al servicio de un ánimo mercantilista, de un beneficio económico, sin importar el resultado, o casi. Legítimo y necesario interés, irreprochable, aunque no sortee un tensado de conciencia, cuando ha de comparecer en pantalla un personaje consolidado en el acervo, como James Bond, 007.
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