sábado, 30 de noviembre de 2024

Perdido naufragio

 Artículo publicado en Surdecordoba.com:

En el balance del año me apuñalará el triste fin de la Asociación Cultural Naufragio. Su disolución ha supuesto el cataclismo, hundimiento, por aprovechar la corriente alegórica, de su buque insignia: la revista Saigón, que ha encajonado sus tipos, cuales fichas de dominó al término de la partida, ensabanado su imprenta y desconectado su alumbrado, con la esperanza derretida de felices tiempos o nuevos ingenios que reactiven los engranajes de las máquinas...

Perdido naufragio

sábado, 16 de noviembre de 2024

"Babylon"

  Que ese portento cinematográfico de Damien Chazelle titulado La La Land (2016) no ganara el Óscar a Mejor Película, supuso mi ruptura definitiva, crónica de una muerte anunciada, con la Academia hollywoodense y el valor de su criterio. Ruptura extensiva, por lo desproporcionado de su posicionamiento, a otros premios en el ámbito del arte. Cierto que la gala estadounidense nos tatuó en el recuerdo el error del pobre Warren Beatty; en cambio, quién recuerda Moonlight (Barry Jenkins, 2016), galardonada con el premio, o manifiesta algún interés en su visionado siete años después de su estreno. En su larga historia, no fue la primera vez, ni será la última, que la Academia desconcierte tanto con su elección. La cuestión es que, de un tiempo atrás, viene siendo demasiado evidente el bochornoso o vergonzoso reparto de votos entre las producciones candidatas, las atribuciones caprichosas, acariciadas por una suerte de desmedida corrección política o una infame moda de turno.

Mi película

  Si me viera enredado en elaborar una lista de la diez mejores películas de la Historia del Cine (adviértase de la complejidad del enredo, ¡sólo diez!), en mi opinión, no la colocaría en el primer puesto y, posiblemente, tampoco en el segundo. Iría al tercero o al cuarto, pues, dependiendo de cómo me pillara, El Padrino, parte II, ocuparía su vanguardia o retaguardia.

viernes, 1 de noviembre de 2024

Saga Bond: Roger Moore (III)

 Artículo publicado en Lucenadigital.com:

En la primavera de 1975, Guy Hamilton y su brigada se hallaban enfrascados en la preproducción de La espía que me amó cuando las infinitas deudas de Harry Saltzman, garantizadas con las acciones de la productora, lo estrangularon hasta declararse en quiebra. Sólo unas arduas negociaciones permitieron desbloquear las acciones y reactivar la producción, con la consecuente defenestración de Saltzman y la concentración de las facultades en la única persona de Albert R. Broccoli. A tan delicada situación no ayudó un problema más: el guión, o su ausencia. El acuerdo con el difunto Ian Fleming excluía la adaptación cinematográfica de la novela homónima. Broccoli debía partir del cero absoluto. Anthony Burgess (autor de La naranja mecánica), quien había expresado al productor que le rondaba una idea, envió su propuesta. Se habló, además, con John Landis. Sin embargo, el retraso generalizado en la producción provocó la desvinculación del director y los guionistas que trabajaban en ella...

Saga Bond: Roger Moore (III)